Vivimos una época en que los valores y la fe en creencias antiguamente muy arraigadas están
en crisis pero en contraposición a ello vemos como se desarrollan modos de pensar y posturas
extremistas. Son posiciones fanáticas que constituyen un vínculo sustractor que representa el
vacío; un vacío rellenado con infinitas cantidades de nada.
Pero miremos en qué consiste el fanatismo para intentar entender más lo que está
ocurriendo. El fanatismo se ha dado siempre, es connatural a la necesidad de seguridad total
de quienes, en el fondo, se sienten existencialmente inseguros.
El ser humano se debate entre su ansia de felicidad y su necesidad de seguridad; la inseguridad
nace de nuestra conciencia de individualidad. La individualidad se suprime, por un lado,
mediante la disminución de la conciencia del yo y, por otro, mediante la acentuación del
sentimiento de pertenencia a algo. Para lo primero sirven el alcohol, las drogas, otras
adicciones, etc. Para lo segundo la adhesión incondicional a sectas y facciones totalitarias
políticas o religiosas, la entrega a un líder o a un amante posesivo.
Erich Fromm, se interesó por el tema desarrollándolo en su libro El miedo a la libertad, en el
que explica que todo fanatismo es un intento regresivo de escapar del surgimiento del
individuo y la libertad debido al miedo que ello causa. El miedo se da ante la angustiosa
sensación que aparece con la separación y aislamiento (soledad) al crecer.
Las personas que no soportan la inseguridad y la soledad propias del hecho de vivir se
fanatizan; el fanático vive en una falsa seguridad y creencia de que posee la verdad de forma
individual. Como consecuencia el precio a pagar por la cristalización del pensamiento
engendrada por el fanatismo resulta caro, porque para profundizar en el conocimiento
debemos estar abiertos al descubrimiento de la parte de verdad presente en los demás con
una actitud intelectual humilde de corte socrático (Sócrates decía “solo sé que no sé nada”) ya
que con una mente dogmática resulta difícil llegar muy lejos intelectualmente.
El fanatismo, pues, se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la
libertad, también es considerado un principio lógico de la ignorancia. Los lugares donde
impera el fanatismo son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento y donde
parece detenerse el curso fluyente de la vida. Es una especie de nihilismo destructivo más.
Por otra parte, no podemos olvidar que en casos en los cuales el fanatismo rebasa toda
racionalidad, puede llegar a grados de hostilidad muy destructivos y peligrosos; tras
numerosas masacres, conflictos bélicos, limpiezas étnicas e injusticias se halla la intolerancia
de muchos fanáticos.
Son características del fanatismo:
Dogmatismo: Fe ciega en una serie de verdades que no se cuestionan ni razonan.
Carencia de espíritu crítico: No se admite la libre discusión acerca de las propias
verdades, ni su crítica racional.
Maniqueísmo: No se admiten los detalles. Las diferencias son consideradas de
manera radical. Además, la diversidad humana suele encerrarse en dos categorías
(buenos y malos, p. ej.)
Autoritarismo: Afán de imponer la propia creencia y de forzar que todo el mundo se
adscriba a la misma.
Odio a la diferencia: Desprecio y rechazo de lo que escapa a unos determinados
moldes y etiquetas.
Se trata, en suma, de la incapacidad para admitir el mundo en su diversidad y para aprender
de los otros. Una sociedad (o un individuo) fanáticos se encuentra anclado en un tiempo y
en una forma fija de ver las cosas. Se opone al movimiento que conduce al progreso, no hay
cambios. No hay posibilidad para el ingenio humano, para el normal desarrollo de la vida,
para el redescubrimiento continuo del mundo y el ser humano.
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