domingo, 29 de diciembre de 2013

El fanatismo

Vivimos una época en que los valores y la fe en creencias antiguamente muy arraigadas están en crisis pero en contraposición a ello vemos como se desarrollan modos de pensar y posturas extremistas. Son posiciones fanáticas que constituyen un vínculo sustractor que representa el vacío; un vacío rellenado con infinitas cantidades de nada.

Pero miremos en qué consiste el fanatismo para intentar entender más lo que está ocurriendo. El fanatismo se ha dado siempre, es connatural a la necesidad de seguridad total de quienes, en el fondo, se sienten existencialmente inseguros.

El ser humano se debate entre su ansia de felicidad y su necesidad de seguridad; la inseguridad nace de nuestra conciencia de individualidad. La individualidad se suprime, por un lado, mediante la disminución de la conciencia del yo y, por otro, mediante la acentuación del sentimiento de pertenencia a algo. Para lo primero sirven el alcohol, las drogas, otras adicciones, etc. Para lo segundo la adhesión incondicional a sectas y facciones totalitarias políticas o religiosas, la entrega a un líder o a un amante posesivo.

Erich Fromm, se interesó por el tema desarrollándolo en su libro El miedo a la libertad, en el que explica que todo fanatismo es un intento regresivo de escapar del surgimiento del individuo y la libertad debido al miedo que ello causa. El miedo se da ante la angustiosa sensación que aparece con la separación y aislamiento (soledad) al crecer.

Las personas que no soportan la inseguridad y la soledad propias del hecho de vivir se fanatizan; el fanático vive en una falsa seguridad y creencia de que posee la verdad de forma individual. Como consecuencia el precio a pagar por la cristalización del pensamiento engendrada por el fanatismo resulta caro, porque para profundizar en el conocimiento debemos estar abiertos al descubrimiento de la parte de verdad presente en los demás con una actitud intelectual humilde de corte socrático (Sócrates decía “solo sé que no sé nada”) ya que con una mente dogmática resulta difícil llegar muy lejos intelectualmente.

El fanatismo, pues, se caracteriza por su espíritu maniqueo y por ser un gran enemigo de la libertad, también es considerado un principio lógico de la ignorancia. Los lugares donde impera el fanatismo son terrenos donde es difícil que prospere el conocimiento y donde parece detenerse el curso fluyente de la vida. Es una especie de nihilismo destructivo más.

Por otra parte, no podemos olvidar que en casos en los cuales el fanatismo rebasa toda racionalidad, puede llegar a grados de hostilidad muy destructivos y peligrosos; tras numerosas masacres, conflictos bélicos, limpiezas étnicas e injusticias se halla la intolerancia de muchos fanáticos.

Son características del fanatismo:

Dogmatismo: Fe ciega en una serie de verdades que no se cuestionan ni razonan.

Carencia de  espíritu  crítico: No se admite la libre discusión acerca de las propias verdades, ni su crítica racional.

Maniqueísmo: No se admiten los detalles. Las diferencias son consideradas de manera radical. Además, la diversidad humana suele encerrarse en dos categorías (buenos y malos, p. ej.)

Autoritarismo: Afán de imponer la propia creencia y de forzar que todo el mundo se adscriba a la misma.

Odio  a  la  diferencia: Desprecio y rechazo de lo que escapa a unos determinados moldes y etiquetas.

Se trata, en suma, de la incapacidad para admitir el mundo en su diversidad y para aprender de los otros. Una sociedad (o un individuo) fanáticos se encuentra anclado en un tiempo y en una forma fija de ver las cosas. Se opone al movimiento que conduce al progreso, no hay cambios. No hay posibilidad para el ingenio humano, para el normal desarrollo de la vida, para el redescubrimiento continuo del mundo y el ser humano. Más información aquí

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