martes, 8 de diciembre de 2009

Un latigazo más si importa

Cuando el deportista nigeriano, Stephen Worgu, escuchó al tribunal sudanés sancionarlo con 40 latigazos por conducir ebrio, de seguro, le hizo recordar sus épocas de niñez cuando sus progenitores lo castigaban por las travesuras que cometía. Sentencia que nos hace pensar en los castigos corporales que imponen en otros países a quienes causan problemas a la sociedad.

Cabe recordar, que el látigo o azote es una cuerda flexible con un mango fijo, generalmente elaborado de cuero trenzado o de otros materiales. Se fundamenta en una vara de la que sale una correa para avivar o castigar a las bestias. Aplicado a nuestra interesante realidad podría ser materia de importación, debido a que el abastecimiento interno sería insuficiente.

Por ejemplo, uno sería aplicable a los encargados de “decir la verdad”, que para castigarles, no bastaría aumentar el tamaño del látigo, sino, para hacerla más deslizante, se le debería untar un líquido viscoso para que vaya acorde con los cambios constantes del libreto en sus ediciones diarias.

No podría faltar un latigazo vigoroso para aquellas personas que hacen sufrir a los animales, que no reparan en que también tienen derechos, sentimientos, juegan, tienen hambre y frío, al igual que los seres humanos; asimismo, a quienes los utilizan en espectáculos taurinos y gallísticos, extremadamente degradantes y sangrientos por intereses de lucro, o los venden como si fueran mercancía.

Por otro lado, si hablamos en donde castigar con el látigo a algunos uniformados motorizados, sería con mucha incidencia en las manos, para que de esta manera vaya disminuyendo tanta queja de los conductores que no paran de aventarles monedas para quedar impune sus  infracciones de tránsito.

Para los funcionarios públicos podría utilizarse un látigo con alarma, cada vez que se queden dormidos o se pinten las uñas, se despierten o atiendan, y por consiguiente, evitarían que los usuarios salgan malhumorados y sin solución a sus trámites tan fáciles de atender.

Cuando el látigo se sacude rápidamente desde su base, ocurre el azote y provoca un fuerte trueno debido a que su "lengua" o "cola" ha roto la barrera del sonido. De hecho, el látigo fue el primer objeto creado por el hombre que hizo tamaño logro.

Si seguimos buscándole una aplicación al látigo, por ejemplo, en el sector educación antes de que se convierta en un verdadero museo viviente, debería imponerse un látigo para que a su ritmo trabajen y dejen de contaminar de corrupción un sistema por el cual depende el desarrollo de las capacidades de un país. Eso si, nadie se responsabilizaría si es que se escucha por ahí un rebuzno, que sería el común denominador de la preparación de los trabajadores del sector. Así que, a poner las "barbas en remojo", como decía un postulante ingenuo que tenía fe en la transparencia de un concurso de plazas.

También son llamados látigos otras herramientas hechas de correas y usadas para castigar a seres humanos o animales, ya sea como medio de control, o de tortura, aunque éstos no generan el particular sonido de azote. Pueden incluirse las fustas y varios instrumentos de flagelación.

Recordemos que Jesús también utilizó el látigo para desalojar a los mercaderes de los alrededores de su casa de oración, y también de seguro los curitas no se libran del castigo del látigo, ante tantas denuncias que recaen en ellos en los últimos años, el lugar sugerido para el azote sería donde se origina el pecado.

En el ámbito universitario se utilizaría en algunos catedráticos para sacarles tanta ideología cavernaria que tienen pululando desde hace medio siglo en sus cabezas, que sólo adormecen las neuronas de los estudiantes que aspiran a salir más creativos y no buscar trompearse, constantemente, con su “formador en investigación”. También un buen latigazo, adornado con una dosis de razonamiento, para ciertos trabajadores administrativos y así dejen de cometer tantos errores documentarios que perjudican a la masa estudiantil.

Tratándose de autoridades, el látigo podría utilizarse para calar, en algo, su masa corpórea, sumamente adiposa, aumentada gracias a la buena vida que les cayó del cielo, en momentos oportunos, ya que fue un modo de supervivencia, para ellos, meterse en la política y mejorar su calidad de vida a espaldas de la población.

Un latigazo especial también iría para aquellos que jugaron con las expectativas de la reconstrucción post terremoto del 2007, desde los que traficaron con los bonos hasta los que se robaron las donaciones, a ellos si, sazonados con picante, para que sientan el dolor de miles de familias que aun esperan la ayuda.

No es el interés proponer un tema de administrar justicia como lo hacen en Sudán y otros países, sólo fue un navegar por los subconscientes de cada ama de casa, usuario, transeúnte, comerciante, transportista, dirigente, ente otros, que perciben la realidad y en alguna oportunidad habrán querido tomar acciones similares ante la dificultad de no ver cambios de actitudes de personajes que ocupan cargos importantes en esta sociedad, sino bastará preguntarle al deportista nigeriano si nuevamente bebería alcohol sabiendo los latigazos que le esperan.


Por: Lic. Jorge Guerrero Tenorio

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