miércoles, 22 de diciembre de 2010

Descubren una «tercera rama evolutiva» de los humanos modernos en Siberia

Utilizando ADN extraído de un dedo hallado en la cueva Denisova, al sur de Siberia, los investigadores David Reich, de la Escuela Médica de Harvard, y Svante Pääbo, del Instituto Max planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), han conseguido secuenciar el genoma de un homínido de unos 30.000 años de antigüedad que ha supuesto toda una sorpresa. En efecto, el individuo pertenece a un grupo que comparte un origen común con los neandertales, pero que no tiene nada que ver con nosotros, los europeos modernos. Se trataría de una «tercera rama evolutiva» humana, de la que no se tenía noticia hasta ahora. El hallazgo merece la portada de «Nature».
Hace cerca de 200.000 años, los humanos modernos (es decir, los que son como nosotros) aparecieron en África. En aquel tiempo, cuando estos humanos se extendieron por Asia, existían otros homínidos, de estructura más arcaica, ocupando los mismos territorios. En Europa y en Eurasia, esos «otros» representantes del género Homo fueron los neandertales, que ocuparon el Viejo Continente desde hace cerca de 230.000 años hasta hace menos de 20.000.
En Asia e Indonesia, sin embargo, no existe un consenso sobre cuáles eran los grupos que ya estaban presentes cuando aparecieron los primeros representantes de nuestra especie. Fósiles procedentes de China, o de la pequeña isla de Flores, han mantenido viva una controversia que sigue, hoy, sin visos de solución.
Modelos migratorios
Ahora, el análisis genético llevado a cabo por Reich y Pääbo, apunta a que los modelos migratorios de aquellos primeros hombres modernos africanos, que terminaron extendiéndose por todo el mundo e imponiéndose al resto de los homínidos, fue un proceso mucho más complejo. Hasta hace poco, dos grandes teorías contrapuestas intentaban explicar cómo se produjo este proceso. Por un lado, la teoría «multiregional», según la cual los humanos modernos habrían surgido al mismo tiempo (o casi) en regiones distantes del planeta. Por otro, la teoría de la «sustitución», en la que un único grupo de humanos modernos, procedentes de África, habrían ido colonizando la Tierra y sustituyendo a poblaciones arcaicas.
Las evidencias genéticas y fósiles han ido dando la razón a los partidarios de la «sustitución». Pero el hallazgo de Reich y Pääbo demuestra que las fronteras entre ambas se difuminan más de lo que se pensaba.
A pesar de que el ADN de la cueva de Denisova no es como el nuestro, sí tiene rasgos en común con humanos modernos de Papúa Nueva Guinea. Lo cual sugiere a su vez que los antiguos habitantes de aquella región se relacionaron en el pasado con los humanos descubiertos en Denisova. En resumen, tuvo que producirse una corriente migratoria hacia Asia de la que aún no se tenía noticia.
Pääbo ya había analizado el ADN mitocondrial del dedo de Denisova y había encontrado curiosas diferencias. Ahora, y tras analizar el ADN nuclear de esos mismos restos, el nuevo escenario se ha hecho más evidente. Los homínidos de Denisova tienen (genéticamente) mucho en común con los neandertales europeos, pero no con los humanos modernos del Viejo Continente. Sí están relacionados con poblaciones asiáticas de humanos modernos.
Los investigadores, pues, descubrieron que el individuo de Denisova era una mujer, y que perteneció a un grupo de homínidos que comparte sus orígenes con los neandertales, pero que después se separaron hasta dar lugar a una especie nueva. A este grupo lo han llamado «los homínidos de Denisova». Igual que los neandertales, no aportaron genes a los europeos modernos, pero sí que contribuyeron a la dotación genética de los habitantes de Papúa Nueva Guinea. .
Además, y para reforzar esta hipótesis, un diente fósil también hallado en Denisova, muestra una morfología similar a la de otras especies de homínidos más antiguos. El diente, a la luz de los datos genéticos del dedo «conecta» los datos obtenidos del análisis de ADN con los que aporta el estudio clásico de los fósiles.

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