Fue un derbi con muchísima más emoción que fútbol, pero con todas las dosis de esos partidos apasionantes, de esos encuentros que, más allá del juego, desbordan las emociones por cómo se desarrolla, porque se convierten en un ejercicio de aguante físico para los futbolistas a estas alturas de la temporada, ya sin aire ni fuerzas.
Y porque todo cambia en el momento más imprevisto. El Atlético tocó la Copa de Europa casi una hora, con un gol de Diego Godin, en un fallo en la salida de Casillas, hasta el minuto 93, cuando se cumplía el tercero de los cinco de añadido, el Real Madrid sentía que era su última ocasión y Ramos forzó la prórroga de cabeza, un gol que levantó al conjunto blanco para ser campeón después.
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